tacto

Yo tenía diez o doce años cuando aprendí mecanografía, aquellas clases inmensas y heladas en que sólo se oía el ruido rítmico de las olivetti; a todo trapo unas, vacilantes y lentas las otras.
Recuerdo que era invierno y cuando iba de vuelta a casa caminando por las calles, llevaba las manos en los bolsillos de la chaqueta y me entretenía observando cada rincón, cada tienda, cada aparador y escaparate que me encontraba.
Todas las cosas que veía las etiquetaba mentalmente; y aquellas palabras que surgían iban repitiéndose en mi cabeza, mientras los dedos tecleaban entre la ropa, en el abrigo o apretados en unas manoplas de lana gruesa.

Fue casi enfermizo, costumbre compulsiva y febril que seguí perpetuando por mucho tiempo, hasta el punto de dibujar palabras por medio de golpeteos en casi cualquier superficie. Incluso una vez lo hice en la espalda de Cata.
Fue una noche de Julio, en que tras el sexo cayó rendida sobre el colchón desnudo de mi cama. Mientras trataba de recobrarse, me declaré a ella a lo largo de su espalda, escribiendo con mis dedos todo lo que sentía al estar a su lado.
Sólo conseguí hacerle cosquillas con mi amor y mis deseos ciegos.

A pesar de que nunca lo supo realmente, siempre llevará en su piel el rastro, la huella de mis frases dedicadas. Me gusta pensar que, de algún modo, todo eso la envuelve; reconfortándola cuando se sienta mal, como un talismán o un embrujo que no sabe que posee, pero que lleva consigo allá donde vaya.
Como en aquella canción brasileña, tatuagem se llamaba, permanecer de algún modo…

Más cosas que no sé donde colocar, o que sí, pero me gustan tanto tantísimo que no puedo aguantar sin exhibirlas.

PD: la canción está bien, la estética del vídeo ya… jejejje

25 pensamientos en “tacto

  1. Oli, amiga, estamos hablando de Calamar y Desco, dos soberbias plumas, que se decía antes, dos soberbios teclados, que es más propio decir ahora…O no…Oiremos hablar de ellas y, por supuesto, las leeremos…
    El caso es que yo sí que me apunté a mecanografía a los quince años. Una pasta el cursillo en aquellas «academias» de mecanografía en las que nuestros ingenuos padres apuntaban a sus retoños con el sueño de que algún día fueran «escribientes», o algo así…Yo me apunté porque la niña que me gustaba se había apuntado. Y entre «asdfgfs» y «ñlkjhjs», le podía introducir, con perdón, algún que otro «me gustas» en el teclado de su olivetti….Hasta fiesta de fín de curso hizo la academia de mecanografía…:Apartaron las olivettis y en la improvisada pista, tecleamos los primeros balbuceos de una bonita historia….
    Debe ser por eso que me ha tocado especialmente este artículo de Desco. Debe ser por eso que a mí también me gusta aporrear el teclado con mis tontadas….
    Bicos y besos.

  2. en mi época te apuntaban a esa misma academia de mecanografía, que había cambiado las olivetti y sus timbres y cintas roji-negras por unos ordenadores en los que aprendíamos algo llamado ms-dos, aunque al final lo único que nos quedase claro era que no se podía apagar sin más el cacharro en cuestión…
    y muchas muchas gracias, bicos múltiples

  3. Veo que todos los lugares donde enseñaban mecanografía eran fríos, extraños,… con ese hilo musical en forma de clicks y timbres cuando se acababa el carril. Yo no lo aguanté muchos días. Me aburría eso de… qwert qwert…

    Besos

  4. mitchell- entonces, que sea por mucho tiempo….
    solounpoco- las academias, fuesen de lo que fuesen, resultaban lugares extraños; cuartos pensados para ser dormitorios o salones que se llenaban de mesas, sillas, persianas subidas al máximo, pizarras y luces en forma de barra fluorescente parpadeante (siempre parpadeaba alguna)

    bicos

  5. alicia- ey….por ahora leernos mútuamente tampoco está mal, ¿no?
    knivess- ey, yo gané un superconcurso con siete años, ¿para qué quiero un Planeta si ya me gané un Quijote ilustrado y una caja de pinturas?
    ;P

    bicos

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